Peritonitis Infecciosa Felina

Peritonitis Infecciosa Felina

 

La Peritonitis Infecciosa Felina (PIF) es una enfermedad vírica sistémica producida por una mutación del Coronavirus felino (CoVF). Entre sus clases de presentación se distinguen la forma húmeda y la forma seca y muchos gatos que han sido experimentalmente infectados han desarrollado lesiones ulcerativas sobre la cabeza y el cuello.
 
Los coronavirus son un grupo de virus ampliamente distribuidos que son capaces de infectar a varias especies de aves y mamíferos, incluyendo a los seres humanos. Pueden causar enfermedad de las vías aéreas y gastrointestinal, hepatitis, vasculitis, pleuritis, peritonitis y encefalitis.
 
El coronavirus se asienta sobre todo en el colon y también en intestino delgado de los gatos, causando signos digestivos de escasa importancia. Tiene una gran capacidad de recombinación y existen dos subtipos: el I, y el II, que resulta de una recombinación del I con el Coronavirus entérico canino. Actualmente, existe un mayor conocimiento de cómo se producen las mutaciones de coronavirus entérico a PIF, pero no se sabe cómo estas mutaciones están involucradas en la inmunopatogenia.
 
La PIF es una enfermedad que puede afectar a gatos de cualquier edad, siendo la prevalencia más alta en gatos de entre 4 y 16 meses. La resistencia individual que hace que un gato desarrolle PIF y otro no, tiene que ver con la susceptibilidad genética, la edad en el momento de exposición y los factores estresantes relacionados con el ambiente del gato en el momento de la infección.
 
No hay evidencias sólidas de que exista una transmisión de virus PIF de gato a gato. El coronavirus mutado es único para cada gato y no se transmite de gato a gato. Si el virus ya ha producido la migración de enterocitos a macrófagos, es porque ya se ha producido la mutación.
 
El coronavirus felino ingresa en el gato por vía oral y rápidamente se produce una replicación en intestino. Si existe una respuesta inmune eficaz, se produce la eliminación del virus del organismo, pero siempre existe una eliminación del mismo por heces durante cierto tiempo, existiendo la posibilidad de reinfectarse frecuentemente. El principal órgano reservorio es el colon, aunque también la piel y los ojos pueden actuar como tal, aunque son menos habituales. Una vez que se produce la mutación en el genoma de los monocitos y los macrófagos de la célula hospedadora, se produce una respuesta inmunitaria frente al virus de la PIF que, como se ha comentado anteriormente puede ocasionar dos cuadros típicos: la forma efusiva o húmeda y la forma no efusiva o seca:

  • La forma efusiva o húmeda es la más fulminante de la enfermedad, con un inicio rápido y un curso clínico más corto que la forma seca. La muerte ocurre a los dos meses una vez iniciados los signos clínicos, siendo la vasculitis y la perivasculitis las lesiones predominantes.
  • La PIF no efusiva o seca tiene un curso de evolución más lento, aunque pocos gatos sobreviven más de 1 año. Se caracteriza por lesiones piogranulomatosas de localización variable como linfonodos, riñones, hígado, ojo, cerebros, articulaciones e incluso piel, produciendo masas en estos órganos.
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    Entre los principales signos clínicos asociados a la PIF se encuentran los signos intestinales. Así, puede aparecer diarrea, vómitos y obstrucción por masas neoplásicas en colon y unión ileocecocólica asociada a una linfadenopatía. Se pueden observar también signos clínicos oculares como uveítis y hemorragia ocular y, además, hemorragia en cámara anterior, anisocoria, desprendimiento de retina, corioretinitis, iris con forma alterada, etc. En el sistema respiratorio pueden aparecer neumonía, derrame pleural, acumulación de líquido en la cavidad pleural, disnea, taquipnea y mucosas cianóticas y en el sistema renal glomerulonefritis asociada a la acumulación de inmunocomplejos.
     
    La biopsia de órganos afectados por el granuloma es la única prueba que puede confirmar un diagnóstico antemorten de PIF, de modo que cualquier diagnóstico de PIF sin confirmación histológica debe ser considerado provisional.
     
    El diagnóstico mediante test indirectos engloba un análisis de sangre con la determinación de albúmina, globulina y bilirrubina. El ratio albúmina / globulina es muy útil de cara a un diagnóstico, sobre todo su disminución. El test de Rivalta es una forma fácil y sencilla de test indirecto para aumentar la “certeza razonable” del diagnóstico de PIF. Consiste en añadir 1 o 2 gotas de ácido acético al 98-100% a un tubo de 5ml con agua destilada a temperatura ambiente. Se deja caer entonces una gota de efusión de forma lenta y se considera positivo si no se disuelve y se aprecia como una medusa; en caso de que se difumine como humo, se considera negativo. Este test presenta una sensibilidad del 65%, especificidad del 91% y un valor predictivo negativo del 91% y positivo del 63%.
     
    Un título positivo de anticuerpos CoVF indica que el gato ha sido infectado con CoVF y que ha seroconvertido transcurridas 2-3 semanas desde la infección inicial. Aunque los gatos con PIF tienden a tener mayores títulos de anticuerpos CoVF que los que no tienen PIF, existe un gran solapamiento sin diferencias entre los títulos medios de anticuerpos CoVF en gatos saludables y con sospecha de PIF, por lo que el valor de un gato individual para distinguirlo de los gatos con PIF es muy limitado.
     
    Las pruebas RT-PCR detectan CoVF, pero no son específicas para CoVF asociado a PIF ya que hay gatos con y sin PIF que pueden tener resultados positivos, aunque los gatos con PIF tienen más probabilidad de dar positivo a RT-PCR para CoVF que los que no lo tienen.
     
    Se suele decir que la PIF es incurable, aunque se han descrito supervivientes de larga duración con PIF confirmada.
     
    Se ha descrito que el interferón omega felino, junto con el empleo de glucocorticoides, aumenta el tiempo de supervivencia y la calidad de vida en gatos con PIF. Recientemente también se ha evaluado el tratamiento con poliprenil inmunoestimulante (PPI), que regula al alza las citoquinas Th1, en gatos con PIF tratados además con corticoestereoides. Los periodos de supervivencia en los gatos que recibieron corticosteroides de forma concurrente a PPI fueron significativamente más breves que los que solo recibieron PPI.
     
    El estudio más reciente ha descrito el tratamiento con el análogo del nucleósido GS-441524 en un estudio experimental en 10 gatos jóvenes con PIF efusiva. Los 10 gatos fueron tratados vía subcutánea durante 2 semanas con este compuesto y mostraron una reversión rápida de los signos clínicos (pirexia y linfopenia). Dos de los diez gatos necesitaron un segundo curso de tratamiento, tras una recidiva a las 4 y 6 semanas. Todos los gatos permanecieron sanos clínicamente al menos 8 meses después de la infección (hasta la publicación del estudio) y no se apreciaron signos de toxicidad más allá de una reacción “punzante” transitoria en el punto de inyección en algunos gatos.

     

    BIBLIOGRAFÍA
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